Apuntes sobre los primeros años del Mercosur 1991-2007


Otras discusiones iniciales 

5.- Aumentar la productividad y competitividad en el MERCOSUR.

Cabe recordar que el objetivo del MERCOSUR no era simplemente aumentar el comercio en calidad y cantidad, sino brindar las condiciones para que la escale ampliada del espacio regional facilitara un aumento de la productividad de nuestras economías y de su competitividad internacional.  Ante la globalización inequitativa que recorría el planeta, el espacio integrado debía obrar como un imán para las inversiones y una plataforma para aumentar la capacidad de nuestras empresas de competir en el mundo.

Obviamente, objetivo cumplido parcialmente y desigualmente al interior del MERCOSUR, hecho que seguramente tiene más que ver con las políticas económicas aplicadas por cada país socio entre 1991 y fines del 2001, que por deficiencias intrínsecas del propio acuerdo del MERCOSUR.


6.- ¿Zona de libre comercio o unión aduanera?

Esta fue una de las más arduas discusiones a lo largo de las negociaciones del Tratado de Asunción.

En Brasil, si bien había una tendencia a favorecer la unión aduanera por presión de los sectores industriales que temían los impulsos aperturistas de la época, no faltaban los que apuntaban que en una unión aduanera, el socio mayor vería limitadas sus posibilidades de negociación con terceros países, por sus socios menores.

En la Argentina era fuerte la preferencia por la conformación de una zona de libre comercio en los sectores más liberales del Gobierno y en la opinión de muchos economistas con esta orientación, que enfatizaban la necesidad de abrir el país al mundo. No obstante, el sector que dentro del Gobierno defendía el desarrollo industrial, creía que la unión aduanera era la única posibilidad de alcanzar niveles de protección que permitieran el crecimiento de una industria local/regional.  Hubo en la práctica alianzas tácitas cruzadas al interior de ambos Gobiernos y sociedades, que culminaron en la adopción de la unión aduanera como objetivo concreto del Tratado de Asunción, la que debería estar conformada para fines de 1994.

7.- “Válvula de escape”.

La Cláusula de Salvaguardia establecida en el Tratado de Asunción fue largamente debatida y nunca encontró acogida favorable del lado brasileño; finalmente, los negociadores de Brasil aceptaron su inclusión si se la limitaba al período de transición.  Del lado argentino, se consideraba que dadas las diferencias de tamaño de ambas economías, especialmente en el sector industrial, era demasiado riesgoso bajar los aranceles a cero y disponerse a eliminar las trabas para-arancelarias, sin contar con una “válvula de escape” que garantizase que ningún sector iba a sufrir una súbita invasión de productos del vecino país.  Si bien fue poco utilizada durante el período de transición, o sea los primeros cuatro años, esto se debió principalmente a la coyuntura de fuerte crecimiento económico en Argentina entre 1991 y 1994, que expandió el mercado dando más espacio para productos nacionales e importados.

Si vale para la anécdota, y como anécdota es muy ilustrativa por lo que vendría después, la Cláusula de Salvaguardia fue el último elemento que se incorporó al Tratado de Asunción, ante la reticencia brasileña de aceptarla. Fueron negociaciones palabra por palabra, que finalizaron horas antes de su firma. 


Lo que vendría después, es el “olvido” de bregar por su inclusión en Ouro Preto, producto de una visión integracionista ingenua, que sólo fue corregida mucho más tarde, a través de la larga y dura negociación que culminó en la “Cláusula de Adaptación Competitiva”, finalmente acordada en el viaje del Presidente Kirchner a Brasilia en enero de 2006, entre Argentina y Brasil. 

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