Argentina: Política exterior y políticas de Estado
En reiteradas oportunidades en las últimas décadas, desde diversos sectores
políticos y organizaciones representativas de la sociedad civil, se han
reclamado ¨políticas de Estado¨.
Desconozco si existe una definición del concepto ¨política de Estado¨, pero
podría decirse que es aquella que concita el apoyo de un amplio espectro de la
sociedad.
Dado que nuestra Constitución, cuando se refiere a la necesidad de mayorías
especiales, establece los dos tercios como umbral de aprobación, podríamos
suponer que en Argentina una ¨política de Estado ¨es aquella que logra dicho
apoyo en la población en forma directa o a través de sus representantes en el
Congreso.
La historia política argentina es una muestra cabal de la grave dificultad
de nuestra sociedad para acordar dichas ¨políticas de Estado¨. Antes bien, nos
hemos caracterizado por el triunfo de las antinomias, la descalificación del
adversario, la apropiación de ¨la Patria¨ por algún sector de la sociedad y la
aplicación de políticas que no lograban sobrevivir al Gobierno que las adoptó ya
que eran cambiadas por otras absolutamente diferentes por el Gobierno
siguiente.
Esa Argentina, la que privilegió el desencuentro, no funcionó.
A veces ideas ¨brillantes¨, a veces influidas por la moda del paradigma
vigente. A veces apremiados por las urgencias de las coyunturas, el
inmediatismo.
Lamentablemente otras veces las políticas surgían de un peligroso
acercamiento a la lógica amigo-enemigo; a la lógica del enfrentamiento. También,
a la urgencia por resolver el hoy, sin pensar si esa solución podía sostenerse
en el tiempo.
El intento de la toma del poder a través de la lucha armada por las
organizaciones guerrilleras iniciado en época democrática y el aún más violento
terrorismo de Estado instaurado por la dictadura militar en marzo de 1976,
fueron el extremo horroroso y sangriento del desencuentro y el enfrentamiento
entre argentinos.
El auspicioso advenimiento de la democracia en 1983 ha sido exitoso en
múltiples aspectos que hacen a cuestiones esenciales de la libertad, los
derechos humanos y la convivencia en sociedad. Sin duda alguna constituyó y sigue siendo un
verdadero renacimiento para nuestra República. Sin embargo, no ha mostrado un avance importante en lo que
a concreción de ¨políticas de Estado ¨se refiere, en especial en el ámbito de
la política exterior.
¿Qué es la política exterior?
La política exterior es la herramienta que debe permitir aprovechar al
máximo las posibilidades que nos brinda el mundo para que todos los sectores de
nuestra sociedad puedan extraer los mayores beneficios de nuestra inserción
internacional, al tiempo que la Nación en su conjunto se garantiza las
condiciones de seguridad para que los resultados de dicha inserción redunden en
beneficio de la amplia mayoría de la población.
Esta vinculación exterior, al impactar en el país en su conjunto, (si bien
en cada caso habrá sectores más o menos expuestos a la orientación de la
inserción internacional), requiere sin la menor duda de un importante contenido
de ¨políticas de Estado¨.
La Constitución nos da una orientación general en términos de valores a
priorizar, así como también en la cuestión de las Malvinas y la integración
regional.
Pero las grandes orientaciones de nuestra política exterior, las
principales, deberían ser ¨políticas de Estado¨ debidamente discutidas,
negociadas y acordadas con el liderazgo del Gobierno y la activa participación
del Congreso, los partidos políticos y también de las organizaciones de la
sociedad civil. El liderazgo del Gobierno es indispensable para arribar a los consensos necesarios que permitan definir dichas "políticas de Estado".
La integración regional seguramente debería ser una ¨política de Estado¨.
El acuerdo sobre el significado del Mercosur debe ser redefinido habida cuenta
que están por cumplirse los 25 años del Tratado de Asunción. La inserción
económica internacional de la Argentina, que reconoce en la integración
regional un pilar fundamental, debe seguramente ser una de las principales
¨políticas de Estado¨ en el ámbito de la política exterior y la economía.
Ello requiere que exista una ¨política de Estado¨ que defina el perfil
productivo, educativo y científico tecnológico que adoptaremos. Imposible
avanzar en la definición de una ¨política de Estado ¨para la integración y la
inserción económica internacional, si antes no hemos acordado el perfil
productivo que pretendemos desarrollar.
La política exterior será la síntesis de los acuerdos que los diversos
sectores alcancen para su vinculación con el exterior. Es un proceso trabajoso,
tal vez lento, pero al postre el único que garantizará su sustentabilidad en el
tiempo y en consecuencia, mejorará sus posibilidades de éxito.
Debemos ser conscientes que a través de la política exterior, es la
sociedad toda que se vincula con el mundo. En especial las empresas, sus
trabajadores, las diversas regiones y sus múltiples sectores productivos. Es a ellos a quienes el Gobierno y el
Congreso deben consultar en la elaboración de ¨políticas de Estado¨.
También a otros representantes de la sociedad civil, partidos políticos, comunidad
educativa y científico- tecnológico y organizaciones no gubernamentales.
¿Cuántas veces un Canciller argentino se ha reunido con las organizaciones
que representan a las Pymes para escuchar opiniones y necesidades de cara a su
vinculación con el exterior…?
Estas ¨políticas de Estado¨ definirán ¨amplios espacios¨ para que Argentina
¨circule¨ por el mundo. Luego corresponderá a cada Gobierno regular la ¨velocidad¨, el ¨carril¨ y las ¨paradas¨ necesarias,
para que dicha circulación esté de acuerdo con las variaciones coyunturales de
la situación internacional y con la orientación del Gobierno electo. Las ¨políticas de Estado¨ no irán en
detrimento del mandato de las urnas que cada Gobierno reciba, simplemente
evitarán los giros de 180 grados en los principales aspectos de la política
exterior.
El hecho de ser una ¨política de Estado¨ es lo que convierte a una
determinada orientación de la política exterior en sustentable a través del
tiempo. Se reduce la posibilidad de marchas y contramarchas, cambios de rumbo
súbitos y en consecuencia dejaremos de tener un comportamiento errático a lo
largo del tiempo. Es indispensable
contar con las mismas para que nuestro país tenga credibilidad internacional.
Esa credibilidad surge de la percepción por parte de los otros países de que no
habrá sorpresas en nuestro accionar exterior. Ser predecible en el ámbito
internacional es un activo intangible pero muy preciado.
Debemos por sobre todo, pensar la política exterior como una construcción
de la sociedad en su conjunto. Por supuesto que los especialistas, los
estudiosos del tema, la Cancillería especialmente, tendrán un rol decisivo a la
hora de proveer las herramientas técnicas más aptas para cada necesidad y
situación.
La Cancillería específicamente deberá indicar los caminos e instrumentar todo
lo necesario para que los diversos actores de nuestra sociedad logren
vinculaciones exitosas en el exterior.
Las grandes líneas de la política exterior no pueden quedar solamente libradas
a las ideologías o preferencias del Gobierno de turno. Las principales
vinculaciones y alianzas del país en el mundo, no pueden depender únicamente de
quien ocupe la Casa Rosada y el Palacio San Martín.
Las seis o siete vinculaciones claves del país con el exterior deben ser
parte central de las ¨políticas de Estado¨. Luego la ¨sintonía fina¨ quedará en
las manos de cada Gobierno quien habrá de adecuar los intereses así definidos
de la República, a las variaciones de las coyunturas internacionales.
Lamentablemente en muchas ocasiones durante las últimas décadas hemos
privilegiado vinculaciones fundamentales que claramente no constituyeron
¨políticas de Estado¨, sino la preferencia ideológica o política del Gobierno
del momento y que en más de una ocasión se mostraron claramente reduccionistas
de la realidad internacional.
El Estado tiene un rol fundamental en propiciar la concreción de ¨políticas
de Estado¨ y en trabajar en su formulación, habida cuenta que posee los
recursos técnicos y humanos que pueden facilitar dicha tarea. En el caso de la
política exterior, la Cancillería tiene el papel central en este trabajo, pues
es el órgano que debe coordinar con los otros organismos del Estado, con el
Congreso y con las organizaciones representativas de la sociedad civil, la
formulación precisa de las ¨políticas de Estado¨ en el área de la política
exterior.
Temas como Malvinas, la definición de cuáles serán y que alcance tendrán
las principales alianzas del país, la inserción económica internacional, la integración
regional, los acuerdos comerciales con otras regiones, las cuestiones
nucleares, el medio ambiente y los derechos humanos, sin duda deberían ser
¨políticas de Estado¨ en nuestra política exterior.
Como ya se dijo, luego será tarea de cada Gobierno en el marco de dichas
¨políticas de Estado¨, ejecutar la política exterior con sus innúmeros
detalles, proveer la necesaria
adecuación coyuntural, así como las precisiones y flexibilidad que la
velocidad y complejidad de los acontecimientos internacionales requieran y que
la propia orientación del Gobierno indiquen.
En este año de elecciones presidenciales, sería más que aconsejable que los
candidatos ofrezcan a la sociedad una reflexión y propuestas claras y concretas
al respecto, antes que propiciar visiones que sólo expresen a una parcialidad.
Sería una señal contundente que los argentinos estamos eligiendo el acuerdo
antes que la antinomia, la convergencia antes que el sectarismo, en definitiva,
las ¨políticas de Estado¨ para orientar los principales aspectos de nuestra
política exterior.
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